lunes, 1 de junio de 2009

UN NOMBRE

"Cuando comenzás a querer a alguien, le buscás nuevos apodos", repetía siempre Julieta. Así vivía yo cumpliendo la afirmación de mi amiga al pie de la letra. Inventaba palabras, relaciones para que las personas y los objetos tengan otras formas, otros lugares donde existir.
Cierta noche de junio sentí que la frase se volvía en mi contra. Algo había cambiado, mis oídos sin música dejaron de atender otras voces para intentar oír la mía. Entonces lo supe: alguien en mí había perdido todos sus nombres hasta quedarse solo con su nombre.
Al llegar a la esquina entendí lo que mi presente era en medio de esa pérdida, lo que simplemente dejaba de ser ese otoño de árboles desnudos que en silencio se esfumaba.
Solo así pude observar mi nuevo logro cuya contrapartida implicaba el poder aceptar la realidad, es decir, querer un poco menos al mundo.



No hay comentarios:

Publicar un comentario