Una ventana gris en el escenario de la noche. Las hojas caían como tormentas, sin manos y sin viento, para arder en la memoria del tiempo. El frío congelaba las palabras de quien quería nombrar las muecas obsequiadas por el silencio. Todo en ese espacio hablaba sin pronunciar. Se evocaba al otoño, pero no era el otoño lo que pasaba, pesaba el sentimiento.
domingo, 14 de junio de 2009
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