CRECIMIENTO LIMÍTROFE

No entendés que ya es hora de dejar los viejos romances anónimos y pasar a las grandes prosas. No aceptás saber que ya no volverás a sentir los jardines, los paseos, las tardes de pájaros y caramelos que hoy se esconden, tras una lámina transparente, en un álbum de fotos teñido de amarillo.
Las muñecas están en sus cajas, los osos en las bolsas, los juegos quedaron incompletos en un baúl y los dibujos en esas carpetas rotas que no supiste guardar.
Por momentos quisieras que todo eso no haya ocurrido... Continuar en ese pasado donde los sábados ibas a comprar conejos o vestidos. Pero ocurre que tu familia está lejos, vos ya no despertás por la mañana y por las noches usas tacos o llorás por haber perdido la inocencia que advertía lo desconocido.
Ahora confesás que algo sucede, entonces aceptás que poco sabías y tanto te faltaba conocer. Escribís frases que, con el correr de los días, no lográs comprender y sufrís el amor que alguna vez fue platónico, pero que traspasó todas las fronteras y se convirtió en el único sentimiento por el que vale la pena dar todo.
Lo que fue ya no existe... Tus castillos los derribó el viento y tus sonrisas, la realidad. Las personas ahora sienten, los espacios se achican y tus carencias narran distancias.
Creas, crees, planeás. Tal vez no sea sólo dolor si en lugar de cerrar los ojos y caminar ciega, lo aceptás y pretendés volver a cumplir todos los deseos que acumulaste en tantos cumpleaños.
Algo pasó, deberías entenderlo... Los ojos siguen del mismo color, pero tomá un espejo y mirá tus pestañas... Antes todo eso fue un juego, un simulacro... un intento de crecimiento apresurado que implicaba ponerte zapatos de grande y pintarte la boca de rojo... Hoy es tu presente.
Tu vida te vino a buscar para que esboces caminos alternativos que te ayuden a enfrentar ciertas tramas negativas. Solamente falta que des un último paso sin que te arrojes al vacío. Deberías abrir la ventana y recordar que ya no hay rejas ni personas que te expliquen hasta donde llega tu límite.