Siempre vuelvo al punto y aparte. La historia es un párrafo que finaliza para lograr una continuidad invisible... invencible, una débil unión con lo que sigue.
Este punto no puedo continuarlo, es como si el final hubiese llegado a mí y ya no logro encontrar una letra mayúscula para volver a comenzar, porque debo aceptar que la historia se terminó. Es hora de dar vuelta otra hoja tachada, dejar la lapicera haciendo sombra sobre el papel en blanco y hacer sonar algún dedo antes de que un título nuevo amenace con comenzar otra cadena de palabras que me expliquen o me impliquen.
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